Archivos para diciembre, 2014

El recuento.

Publicado: 28 diciembre, 2014 en Adoraciones., Fetichismo., Tortura por la memoria.
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Querida mía:

Hacia finales de diciembre algunas de mis ex amantes suelen enviarme un recuento de su año sexual pidiéndome a cambio un recuento de mi parte. Por supuesto, tú formas parte de este recuento y, como suele ser de nuestra parte, es este un juego refinado entre jugadores sensuales acostumbrados a contárselo todo cuya meta es el amplio disfrute al hacerlo. He recibido un largo mensaje de correo electrónico por parte de una de ellas quien, en su momento, fue la más interesante y prometedora en las artes del erotismo y las vías de Síbaris, me explico: alumna deslumbrada, siempre dispuesta a experimentar, jamás asustada sino asombrada ante el abanico de posibilidades eróticas que fui descubriéndole poco a poco. Hermosa, cultivada ya desde su casa, sólo necesitaba un ligero empujón para entrar con honores por las puertas de jade del sexo. Bien, en su mensaje -te decía-, me contaba de un chico que la pretende. Ella juega a esconderse una noche sí y otra también. De repente se le entrega el día menos pensado: le cita en un hotel del centro, nada original, algunos juguetes, vendas en los ojos y le descubre un trío con otra chica. El chaval, podrás imaginarlo, se ha prendado de ella al grado de amenazar con quitarse la vida si ella sigue desdeñándole. Lo sé: parece un argumento sacado de alguna película de Douglas Sirk pero eso le ha dicho, con eso la ha amenazado. ¿Y qué ha dicho mi capullo dorado, mi loto radiante y surgido del fango? ¡Pues que se mate, pero que lo haga delante de ella pues eso le proporcionaría el orgasmo más sucio, más amplio y arrebatado! Me ha dicho que el chaval este se ha puesto a deambular por la casa de ella. Me ha dicho que en la biblioteca comenzó a notar los objetos que sólo siendo un émulo de Otelo podía notar. Vio la figurilla de marfil que conseguí en una tienda de antigüedades y le regalé y mandé fijar sobre una placa de plata con la inscripción: En recuerdo de una costa, cuerpos ardientes y champagne helado. El chico ha sostenido la figurilla entre los dedos y la ha vuelto a dejar ahí.

-¿Qué es esto?

-Un par de amantes chinos follando de lo lindo ¿no ves?

Descubrió o vio por primera vez, que para el caso es lo mismo, la reproducción en madera que le mandé a hacer a ella de un falo dionisíaco, desenvolvió los libros (envueltos en terciopelo rojo para más efecto) que le había yo dedicado (en el certificado) deliciosamente eróticos, esas primeras y raras ediciones conseguidas a altos precios a cambio de su asombro y no de su cuerpo pues este ya me pertenecía. Así leyó títulos, recitó poemas, tocó figuras, sopesó objetos y se sintió derrotado. Alguien más versado en las artes del amor y el erotismo había sido pareja de ella, de su adorada gatita perversa.

Me quedé un rato sentado ante la pantalla del ordenador, la cabeza echada atrás, sobre el respaldo del sillón, sonriendo. Esta chica me había dado un hermoso regalo de fin de año. No sé qué va a pasar con el chico. No sé qué va a pasar con ella, con ambos. Yo quisiera que siguieran juntos. Yo quisiera que ella me lo contactara para darle algunos consejos. Yo desearía que, transcurrido un año, cuando él se canse de ella y ella le deseche como a un juguete gastado, me escribiera ese muchacho contándome sus nuevas aventuras. Yo querría que fuera feliz yendo por ahí: descubriendo la vida y el sexo y el amor que dura cien años sólo en los versos de los poemas porque, en realidad, todo se limita a un recuento de fin de año.